Comentario
Junto al templo del valle de la pirámide de Kefrén está agazapada su gran esfinge. Con la expresión "agazapada" queremos dar a entender que está como oculta, en medio de rocas que la rodean por tres lados y de donde únicamente la cabeza sobresale. Podría decirse también que es como un altorrelieve de dimensiones colosales.
La esfinge no es una parte preceptuada de las pirámides y, de hecho, aunque parezca guardar el templo del valle y otro más pequeño que tiene a sus pies, está concebida en realidad como centinela de toda la necrópolis de Giza. No sabemos a quién se le ocurrió la idea de hacerla. Los canteros de Keops habían dejado allí, como residuo de una cantera, una masa rocosa que alguien pensó en convertir en escultura. Y el empeño fue tan afortunado, que la esfinge de Giza se ha convertido en una de las estatuas más célebres del mundo, celebridad bien merecida por la magia fascinante que de ella emana.
Observemos sus dimensiones: longitud, 57 m; altura, 20 m. Pero quizá una medida parcial resulte más expresiva: cada oreja mide 1,37 m de alto. La roca original debería de tener ya una cierta forma de león acostado, pues en la mayor parte de ella bastó con una capa de yeso recubierta de pintura para darle la forma deseada. La cabeza, inspirada en la de Kefrén, lleva el nemes, el velo regio con el uraeus sobre la frente y la barba postiza en el mentón, barba que ha desaparecido al igual que la nariz y que una estatua de Kefrén de píe, que mostraba delante del pecho. La esfinge, inventada probablemente en ese momento, representa, pues, a Kefrén, identificado con el sol, en guardia permanente de toda la necrópolis.